jueves, 20 de octubre de 2011

Reflexiones sobre el rol docente dentro de la Sociedad del Conocimiento




La sociedad está atravesando grandes transformaciones que están afectando de manera integral a las instituciones educativas que la contienen y trascienden, el rol docente como consecuencia se encuentra en un lugar de incertezas que deberá ir disipando.

El rol del docente se ha visto envuelto en distintos cuestionamientos desde el momento en que la escuela no es la única fuente de información que poseen los jóvenes alumnos, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ya son parte de la vida de los sujetos de aprendizaje, quienes tienen al alcance de su mano un caudal de conocimientos sin precedentes. Ante esta situación acordamos en que el rol del docente  debería ser replanteado por él mismo, quién desde mi punto de vista, se continúa situando desde una posición jerárquica y la interacción con el alumno es unilateral, ya que sigue preocupado por las asuntos meramente formales y rígidos, como los objetivos, dejando de lado los intereses de los alumnos y lo que es peor, las distintas realidades que se entretejen en el aula.

Los cambios ya están instalados y no vale con solo mencionarlos desde los discursos, sino por el contrario, reformular el accionar de cada docente para que se pueda readaptar a la realidad que lo circunda. Es necesario flexibilizar las distintas dimensiones de las instituciones, creo que ese es el desafío en primera instancia, para luego poder repensar nuestras prácticas. En las escuelas siempre se habla de fortalezas y debilidades, debatiendo durante horas en distintos talleres institucionales, fortalezas y debilidades que se vinculan con las cuestiones materiales, lo que “nos falta” y lo que “nos está faltando”, nunca se reflexiona sobre el quehacer del profesor, es como si cada uno formara una isla, las relaciones de cooperación son casi nulas, solo se buscan congratulaciones con los que se ubican más arriba. El fantasma del alumnado rara vez se cuela en el debate  y si aparece es mediante argumentos relacionados con la indisciplina o la repitencia.

Es por esta desatención que hoy los jóvenes están viviendo dos realidades simultáneas, la proporcionada por la escuela normativa, inflexible y predecible y la propia. Algunos de los estudiantes ven a la escuela como un refugio, un lugar que les proporciona el alimento y afecto que muchas veces no encuentran en sus hogares, esto sucede principalmente en la escuela primaria con la esfera más necesitada de la sociedad, ya que durante la escuela secundaria se traza como una pérdida de tiempo, no se proyectan porque las necesidades son inmediatas y ya pueden salir a trabajar. Otros ven en la institución un lugar de expresión, de canalización de lo que sucede en su entorno, conformando tribus y grupos con los que comparten intereses y problemáticas mientras que una minoría ubica a la escuela como un lugar que proporciona saberes que son necesarios para el desarrollo profesional y la inserción al mundo laboral, por esta razón no es extraño escuchar en las aulas ¿porqué estudiamos esto? ¿Para qué me sirve saber aquello?

El avance de las tecnologías se presenta como la panacea para muchos docentes, para otros, como una herramienta necesaria y para una minoría como una oportunidad de flexibilizar las practicas educativas y resinificar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Creo fehacientemente que es una oportunidad de cambio y no una amenaza. Es indispensable la capacitación de los docentes para así poder reencontrarnos con nuestros alumnos desde sus realidades, para poder empezar a aprender de nuevo con ellos cooperativamente, para darnos otra oportunidad y darles otra oportunidad a los que no entienden el sentido de la escuela. Este momento de transición nos tiene que reposicionar como docentes y con nosotros a la escuela. El docente deberá comprometerse con el rol que le toca en el escenario educativo, ajustar sus estrategias e innovar en sus prácticas. 


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